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Pero algún día, cuando se quemen todos los teatros, se encontrará en los sofás, detrás de los espejos y dentro de las copas de cartón dorado, la reunión de nuestros muertos encerrados allí por el público. ¡Hay que destruir el teatro o vivir en el teatro!
No vale silbar desde las ventanas.
Y si los perros gimen de modo tierno hay que levantar la cortina sin prevenciones.
Yo conocí a un hombre que barría su tejado
y limpiaba claraboyas y barandas solamente
por galantería con el cielo.
(EL PÚBLICO. Federico García Lorca)
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